Hace pocos días que he releído Mandrágora, obra del alemán Hanns Heinz Ewers que, para muchos, resulta comparable al Frankenstein de Shelley.
La historia nos cuenta cómo Frank Braun, un joven de buena posición, alocado y decadente, anima a su tío el doctor Bronken a realizar un experimento de terribles consecuencias. Tomando el semen de un asesino ahorcado por sus crímenes, el doctor inseminará a una prostituta. Basándose en el mito de la mandrágora, planta de propiedades mágicas cuya raíz tiene forma humana y que nacería del semen segregado por los ahorcados en el momento de su muerte, Ewers aplica el pensamiento científico de la época, principios del siglo XX, para sacar al monstruo del mito y darle un origen humano, convirtiéndonos así en génesis de nuestro propio mal. Una obra que tendría mucha más presencia en la literatura de terror si su autor no se hubiese afiliado al partido nazi alemán en 1931.
Y es que la cancelación, la censura de los buenos, no es un fenómeno nuevo. La damnatio memoriae ya tenía su lugar en la Roma clásica, aunque no estuviera tan extendida. Vivimos tiempos oscuros, siempre lo han sido; no hace mucho leía la propuesta de una persona en redes para que, mediante iniciativa ciudadana, se presionase a las editoriales para publicar las obras de Harry Potter obviando el nombre de su autora en las portadas, debido a ciertas opiniones de Rowling. Libros que han ardido en la pira de religiosos de pensamiento cerrado por la derecha son censurados por quienes dicen defender la libertad. Estulto tórico que coincide en los extremos para cerrar un círculo de censura ideológica.
Edición americana de Alraune (La Mandrágora), 1929
Podríamos exponer varios casos más, ya que por desgracia no faltan. Hasta he escuchado fuertes críticas al Quijote cervantino por ser una historia de acoso sexual del hidalgo a Dulcinea.
No es de extrañar, por tanto, que Mandrágora pueda caer en el olvido de los justos ruidosos.
Es cierto que se trata de una historia dura, grotesca en ocasiones, que expone el más sórdido paisaje urbano cuando Braun y el doctor buscan a «la más zorra de las mujeres» para que se preste a ser inseminada con la semilla del asesino. Que Araune, la niña nacida del experimento, es un monstruo de terrible otredad, capaz de inducir a quienes la rodean a los peores actos. Ya de niña, convencerá a sus compañeras de clase para llevar a cabo terribles torturas a animales y atroces actos contra profesoras y familiares. Pero la decadente e inhumana crueldad de esta niña no son peores que los actos de Drácula para conseguir sus objetivos o los crímenes de la criatura de Frankenstein contra su creador y su entorno. Al igual que estos dos clásicos, Mandrágora nos abre el debate sobre la predeterminación, el destino fijado por el origen del monstruo, o la importancia del entorno y la educación.
J. D. Martín
Redactor
4 comentarios
Yo tengo un par de colegas etarras, igual que tengo amigos guardias civiles, satanistas y católicos, ya lo cantó Iggy Pop: “tengo una novia nazi”, y también Albert Pla, “la dejo o no la dejo”, creo se llamaba.
Poco importa, la obra y el autor no tienen porqué ir de la mano, o sí…. Ahí tenemos “Mi lucha”, un gran libro que no se ouede separar de su autor: y a mí poco me importa que fuese “malo” o “bueno”. El 90% de los filósofos romanos que hoy día son respetados no solo tenían esclavos de los que abusaban a su anchas y diversión, sino que eran tremendamente racistas, y un buen número de cosas que hoy día se consideran tabú y horror; y ahí están, encuadernados en piel.
El mundo está podrido.
Los homófobos, o lis que gustan de consumir pornografía infantil, o los que fuman!!!!! o cualquiera: todos pueden escribir buena literatura, jider, no tiene que ver una cosa con otra.
Mira Walt Disney, en cambio, un tipo miserable que se salva de la quema solo por la cantidad de dinero que respalda su
imperio…. En fin, me callo porque si no me veo escribiendo aquí 1500 palabras
Buenísimo, JD. Me saco el sombrero.
Es casi la rampa para escribir una serie de artículos y ensayos. Ya lo digo muchas veces, entre bromas y no bromas, el Sr. Gandhi, con todo lo que hay a sus espaldas, tenía fijación por niñas menores de edad, y es un héroe. Leonardo Davinci y los aprendices que pasaban por su cama. E infinidad de personajes que, por diferentes motivos, no han sido acuchillados por la historia pese a atesorar pasados de dudosa moral. Y luego está esta caza de brujas que no es capaz de separar al autor de la obra, muy de nuestros días.
Un placer leerte, JD.
Pues lo acabo de añadir a mi lista. Gracias por el descubrimiento.