Título: Acércate
Autora: Sara Gran
Traductora: María Pérez de San Román
Editorial: La biblioteca de Carfax
Nº de páginas: 224
Género: Terror
Precio: 21,90 €
SINOPSIS
Amanda es una joven arquitecta de éxito, felizmente casada. Un día se empiezan a desarrollar extraños fenómenos a su alrededor y siente que hay alguien más viviendo dentro de ella. Amanda no sabe si su salud mental se está deteriorando o si está siendo poseída por una entidad demoníaca.
RESEÑA
Decía Gabriele Amorth, el exorcista más famoso en la historia del Vaticano (sí, el mismo que parodia Russel Crowe en esa película), que durante su vida se encontró con muchas personas que eligieron vender su alma al diablo; y que, afortunadamente, él estuvo allí para «romper muchos contratos». Amanda, la protagonista de Acércate, no cuenta con ayuda eclesiástica, pero es que además ni siquiera es consciente de haber realizado propuesta alguna al diablo.
Ella trabaja como arquitecta en una importante empresa, está casada con un hombre algo áspero que pasa demasiado tiempo en su propio trabajo y nota que su vida transcurre con cierta tendencia al aburrimiento. Sin embargo, una serie de golpeteos en las paredes de su apartamento serán el comienzo de una transformación que tiene visos de ser una posesión demoniaca con nombre propio: Naamah.
La sutileza y ambigüedad con que Sara Gran desarrolla la posesión es remarcable. Lejos de ofrecer un festival terrorífico, la autora se centra en los pequeños detalles para mostrar cómo la situación altera la vida de la protagonista. Al mismo tiempo, va generando una pequeña mitología propia con la entidad llamada Naamah (sacada de escritos bíblicos y actualizada para derivar en un personaje muy pegado a las corrientes de terror actuales) y, ante todo, jugando con la duda durante todo el relato: ¿estamos realmente ante un caso de posesión o se trata más bien de la manifestación de un galopante trastorno mental? Esa continua oscilación enriquece la novela.
Sara Gran nos habla de las apariencias y de lo futil del modo de vida occidental. Acércate compone una acertada crítica a determinados tótems sociales que bien merecerían una revisión. Los roles de pareja, la esclavitud del mercado laboral, el perenne culto a la individualidad… Todo ello va conformando un trasfondo que va mutando a medida que Amanda va aceptando —o resignándose— su posesión. El comportamiento de la mujer, bajo la dominancia de Naamah, viene a ser una representación de la liberación de todo tipo de represiones. ¿Acaso no ha sido así siempre la literatura o el cine de posesiones?
Tenemos aquí una novela corta que proporciona un amplio disfrute al lector gracias a su ritmo siempre ascendente y a la intriga por conocer cuál es la verdadera naturaleza de lo que acontece en la trama. Con cierta elegancia, pero sin eludir la explicitud o el impacto cuando es requerido, Acércate reivindica la efectividad de una historia sólida y bien contada que podemos imaginar fácilmente convertida en película. Un nuevo acierto de La biblioteca de Carfax.
José Luis Pascual
Administrador
3 comentarios
La novela podrá ser buena, lo que no sé es cómo podría alguien darse cuenta con la traducción horrorosa que perpetró la editorial.
“En enero recibí una propuesta de matrimonio a mi jefe, Leon Fields, sobre un nuevo proyecto”, es la primera oración del libro. Si alguien la entiende, que me la explique. De todos modos, se entienda o no, no tiene nada que ver con la frase original en inglés, que habla de proposal en un contexto laboral que nada tiene que ver con matrimonios o casamientos. La primera página continúa metiendo más y más confusión entre qué cosas hace o piensa o dice (y a quién) la protagonista. Es como si la persona encargada de la traducción la hubiese realizado borracha.
Buenas. No sé qué versión habrás leído, pero la primera frase del libro no es la que mencionas. Transcribo literalmente: «En enero tenía pendiente de entregar a mi jefe, Leon Fields, una propuesta sobre un nuevo proyecto». Intuyo que lo que has leído puede ser una versión pirateada y, bueno, luego pasa lo que pasa.
La IA ha llegado a la piratearía. Y la falta de I (ni A ni natural) llega a los comentarios