Ritual Román 164: El rito

por Román Sanz Mouta

Título: El rito

Autor: Laird Barron

Editorial: Valdemar (Insomnia)

Nº páginas: 352

Género: Horror weird

Precio: 24 € 

SINOPSIS

En la periferia de nuestra existencia, acechando desde oscuridades más profundas que el Cosmos y que se extienden más allá del círculo de luz de nuestra hoguera y del calor de la conciencia, existen cosas extrañas… magia negra, cultos abyectos, rituales obscenos y entidades abominables que operan al amparo de las sombras. Los Hijos de la Vieja Sanguijuela llevan con nosotros desde tiempos inmemoriales. Y nos aman.

Donald Miller, geólogo y académico, ha vivido casi toda su afortunada existencia al borde de un abismo, debatiéndose entre una cómoda ignorancia y un secreto enloquecedor. Ahora, al final, todo debe converger. Donald descubrirá los oscuros secretos que se ocultan en los bordes, en los rincones y las grietas de la realidad y de su propia consciencia, desenterrando verdades aterradoras sobre su esposa Michelle, sus mellizos adultos y todo lo que él conoce y en lo que confía. Y es que Donald está a punto de enfrentarse con… El Rito.

RITUAL

Ya dije aquí que Laird Barron era un maestro de la traslocación, del dominio del espacio-tiempo en sus narraciones, con toques tan lisérgicos como oníricos y eclécticos. Por lo que, tras esa obra corta, El hombre sin nombre, ataqué directo a El rito, su novela larga traducida y publicada en nuestros dominios. Y vaya. ¡Vaya! Qué maravilla ominosa.

El manuscrito consiste en varias fases desconcertantes. La primera, un cuento arcaico y tradicional que se reescribe para inventarlo de nuevo, con tonalidades mucho más oscuras, trágicas, sangrientas, en código de profecía. Tras eso conocemos al protagonista, Donald Miller, durante unas vacaciones con su mujer. Ambos profesores, eruditos, exploradores, inquietos, más ella que él. Pues ella, Michelle, a una llamada urgente de un colega, desaparece entre los entresijos de México, un México que combina lo siniestro de la violencia y la corrupción con el misticismo y sus templos y nichos de historia secreta, arqueología y ocultismo. Don, al cabo de un tiempo prudente, como prudente es él, quiere acudir tras su mejor mitad. Pidiendo socorro en todos los frentes. Siendo parcialmente ignorado. Recurriendo a los peores compañeros de travesía, a lo que él no deviene en timorato. La cosa acaba con una escena confusa, de apariencia ritualista, promesa de mucho más. Pozo de miedo y olvido. Horror.

Tras ello, por fin, aunque no lo demandásemos, llegamos al presente de la obra. La senectud del profesor, jubilado, y su mujer. Él pasivo, ella inquieta y activa tras la pista de su árbol genealógico, pues la familia que la albergó es poseedora de tradiciones que se salen de lo convencional, con un fin indeterminado. Y él, él, recordando esas lagunas negras de la memoria. Alternando entre esas vivencias del pretérito y la actualidad con sus hijos que componen un cuadro a fuego lento, pero que se cuece en la terribilidad, dejando pistas de toda índole ignota, hasta que la oscuridad nos seduce, lo atrapa todo, con La Gran Sanguijuela cual horizonte irremediable.

Ya no se trata de la historia, de la que no quiero desvelar más, porque cada giro, cada capítulo, te deja en pasmo a su ritmo, que no el tuyo. La novela manda, la trama domeña. El estilo de escritura, el lenguaje, la composición, la arquitectura de frases, párrafos, metáforas, caos, escenas, atmósferas, te arrebatan el aliento, capaces de trasladar, de evocar, de investigar (qué maravilla cuando un escrito me obliga a recurrir al diccionario amigo, qué maravilla).

Por partes, como siempre, aunque ya ves que las sensaciones resultan impagables.

Protagonista, más ella que él, la mujer ausente, la que viaja y se aleja y trama y teje. La obsesión y amor infinito de su marido. La sospechosa habitual. La profesora de múltiples talentos, más contactos y éxitos a la vista y enterrados. La conocemos diáfana a través de los ojos de su esposo devoto. Un hombre hecho a sí mismo, aventurero de su tiempo, maestro, y ahora nonagenario. Pero no carente de curiosidad. Y rodeado de algunos personajes secundarios que funcionan, a corto, medio o largo plazo, como piezas de un engranaje, caracterizados al detalle. Aportando. Inquietando. Quién es quién. Espléndido.

La atmósfera y la historia son uno. Aunque diferenciemos. Cada uno de los periplos oscuros en proscenios, que el mismo Don se gana, nos deja sin aliento, cortado de raíz, para que imaginemos, intuyamos, contando sin contar y sin dejar nada al azar. Esa otredad va envolviendo el avance de los acontecimientos. Sin respiro, sin dilación, sin prisas. Hasta que sentimos la amenaza improbable, inevitable, como parte de nuestro propio entorno, arrastrados a la prosa y la idea turbia de la que nace. Además, la casa familiar de los Mock, los ancestros de su mujer. En una localización que esconde bosques, altares, árboles redivivos, dólmenes, secretos innominables. La cual entre esos legajos de historia desvela el por qué. Atmósfera.

El argumento es redondo dando quiebros y retortijones. Giros, culebreos, saltos, reptares. Nos lleva de un lugar a otro para poner pequeñas y no tan pequeñas piezas del puzle de horror hasta dejarnos indefensos para el desenlace (no, no lo mentaré, debes leerlo tú… Debes). Impotentes. Qué barbaridad.

Creo que con este germen, y con el ritual anterior, ya genero bastante singularidad por este texto, queriendo que nazca en ti la voluntad de adquirirlo, leerlo, devorarlo hasta integrar parte de la historia. Porque, repito, con ese ritmo pausado, al tono cuasi clásico pero de raíces modernas, y con una idiosincrasia que me parece lo hace único entre esa caterva de escritores y escritoras de terror de nuestro tiempo, creando su propio nicho de mercado. La necesidad de estudiar todo escrito que proponga el señor Barron.

El rito es una joya, un tesoro, una obra ya de culto. Que no debe pasar desapercibida a los y las adláteres del miedo. Que a la vez encuentra su lugar para el lectorófilo más exigente por lo exuberante de su simbolismo. Vaya descubrimiento. Me lo agradecerás. Garantizado.

El rito, una de las mejores novelas de horror que he disfrutado y sufrido en los últimos evos. A ella.

 

Pd: Sí, no te equivocas, te llegan las reminiscencias a Lovecraft, a lo cósmico, a lo innombrable. Pero no como en otras ocasiones, nada de copia y plagio u homenaje. Es bien diferente. Prueba…

4 comentarios

Alvaro mayo 15, 2024 - 12:51 pm

Amén. Obra de culto, que te deja en las Fauces de la Oscuridad. Me recordó, no sólo a Lovecraft, claro, sino que, además, a la literatura retorcida y enigmática, pero clara, de un Raymond Chandler en las garras de la Gran Sanguijuela. Una maravilla. Gracias por la reseña

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Román mayo 15, 2024 - 7:21 pm

Es que cuando te sumerges en su obra, por partes, por ese ritmo pausado y el tono clásico, los cambios, el lenguaje, te puede sugerir muchos autores y autoras, creando a la vez estilo propio. Me encanta lo crudo que resulta, la sugestión que provoca.
Gracias a ti, Álvaro.
Saludos.

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Vicente mayo 15, 2024 - 6:05 pm

Parece que te js gustado bastante.
Fíjate que yo lo de tener que buscar palabras en el diccionario no lo llevo tan bien.

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Román mayo 15, 2024 - 7:19 pm

jajajajajaja. Yo lo adoro, aunque me rompa lago la continuidad. Sip, este autor entra fácil, porque se atreve y apuesta fuerte, atacando los sentidos y reforzando ese terror que nos gusta, y también porque apuestan por él, vital.
Gracias, amigo.

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