Título: Una soledad demasiado ruidosa
Autor: Bohumil Hrabal
Traductora: Monika Zgustova
Editorial: Galaxia Gutenberg
Nº de páginas: 112
Género: Narrativa contemporánea
Precio: 11,90 €
SINOPSIS
Desde hace treinta y cinco años, Hanta trabaja en una trituradora de papel destruyendo libros y reproducciones de cuadros. En cada una de las balas de papel que prepara conviven libros, litografías, ratoncillos aprisionados y su propio esfuerzo. Pero para él, esos libros son mucho más que papel para prensar: son toneladas de saber que la humanidad ha ido acumulando a lo largo de los siglos y que Hanta ha ido adquiriendo con su trabajo. Mientras deambula por Praga, repasa su vida a la vez que reflexiona sobre las enseñanzas de los grandes maestros: Lao Tse, Nietzsche, Hegel o Kant.
RESEÑA
A menudo, la mejor literatura se encuentra en los detalles. Aquellos aspectos de nuestra vida cotidiana que suelen pasar inadvertidos y que, para un escritor, son oro. Ahí es donde los autores debemos brillar, siendo nuestra misión transformar lo anodino en extraordinario. Justo eso, entre otras muchas cosas, es lo que hace Bohumil Hrabal en Una soledad demasiado ruidosa: metamorfosear la realidad gris de una Praga vencida y ruinosa en un vergel en el que resplandece un microuniverso fascinante. Solo necesita el lector leer la primera página de esta novela para percatarse de que se encuentra ante una literatura colosal y portentosa, un prodigio que convierte las letras en magia:
Soy una jarra llena de agua viva y agua muerta, basta que me incline un poco para que me rebosen los más bellos pensamientos, soy culto a pesar de mí mismo y ya no sé qué ideas son mías, surgidas propiamente de mí, y cuáles he adquirido leyendo, y es que durante estos treinta y cinco años me he amalgamado con el mundo que me rodea porque yo, cuando leo, de hecho no leo, sino que tomo una frase bella en el pico y la chupo como un caramelo, la sorbo como una copita de licor, la saboreo hasta que, como el alcohol, se disuelve en mí, la saboreo durante tanto tiempo que acaba no solo penetrando mi cerebro y mi corazón, sino que circula por mis venas hasta las raíces mismas de los vasos sanguíneos.
Sirva el ejemplo de esta cita, inserta en la primera página. Ahí tenemos al narrador torrencial que se obstina en frases largas, interminables, en la hipnótica repetición de hilos narrativos que ejercen de columna vertebral del pensamiento, en una mirada que vuelve la realidad ensueño. Pero que nadie piense que ello significa un distanciamiento con el propio lector, con la propia experiencia lectora, no; más bien al contrario, la prosa de Hrabal está tan pulida que uno se sumerge en su poética sin perder un ápice del sentido de lo que el personaje narra. Y lo que nos narra, básicamente, es la cotidiana existencia de Hanta, un hombre que lleva treinta y cinco años trabajando en una trituradora de papel y que intenta aportar un toque artístico a tan aburrida labor. Mientras se empeña en ello, se emborracha y describe la ciudad que lo alberga y a sus personajes.
La vida de Hanta se va desplegando ante nuestros ojos a través de recuerdos y asociaciones con obras literarias y pictóricas. Hay una innegable intelectualidad en las exposiciones de Hrabal, aunque, de nuevo, no supone un obstáculo alguno, sino un escalón para elevar la novela. Y, como decía más arriba, los detalles. La obra está trufada de genialidades como una omnipresente guerra en el subsuelo entre distintos clanes de ratas, paseos en ferrocarriles montados en un jardín, familias enteras de ratones o moscas que se ven atrapados en la prensa trituradora y decoran las balas de papel… A todo ello hemos de sumar las mujeres que fueron pasando por la vida del protagonista, y que aportan un toque exótico a la obra por la propia manera en que aparecen.
Varios son los temas que el autor ataca, aunque quizá sea el advenimiento del capitalismo el que subyace en todo momento. Los ojos de Hanta observan con melancolía el surgimiento de un mundo nuevo en el que el trabajo duro y sacrificado es sustituido por cuadrillas de jóvenes bebedores de leche. Se denota una crítica al nuevo orden, a esa producción en masa que nos ha aplastado y que ha eliminado no solo lo artesanal, sino también lo individual, lo que nos hace únicos. Tal vez por ello, Una soledad demasiado ruidosa supone todo un canto al poder del individuo dentro de un mapa que lo declara invisible.
Presente y pasados imbricados de manera magistral; sabiduría, cultura, continua mención a obras literarias y pictóricas, a esculturas, así como a todos sus autores; nostalgia y resignación en una voz narrativa que a menudo deriva hacia lo incontenible. Con todo ello, Bohumil Hrabal conforma un protagonista especial, poliédrico y cercano, que al mismo tiempo logra anclarse como faro desde el que divisar y describir una ciudad y una época. Al final, Hanta no es más que una representación de la decadencia, quizá de la obsolescencia, que se resiste terca y entrañable a abandonarnos. Obra maestra absoluta.

José Luis Pascual
Administrador
1 comentar
Es una maravilla de obra. Suscribo cada palabra.
Muy buen análisis.