Animado por buenas referencias, y sobre todo por el buen regusto que me dejaron sus anteriores películas, acudí animosamente a ver la nueva producción de John Carney, titulada Sing Street. En su momento, Once (2007) me gustó bastante, e igualmente Begin Again (2013) me dejó muy buen cuerpo. Por desgracia, no ha sucedido lo mismo con esta “Sing Street”.
¿Qué es lo que falla aquí, si la película comparte espíritu y tono con sus predecesoras? Pues simplemente, que no he conseguido conectar con ella por varios motivos. En primer lugar, mientras que en “Once” y “Begin Again” Carney musicalizaba las cintas con canciones de tono folk y pop rayanas en ocasiones con el rock, aquí se ha decantado por la vertiente más hortera de la explosión british que se gestó a finales de los 70, y con la que me cuesta mucho comulgar. Por supuesto, esto no quita para que todos aquellos que disfruten con la música de grupos como A-Ha o Duran Duran, puedan regalarse los oídos con la banda sonora. Sin embargo, hay una cosa que no me parece demasiado lógica; y es que en aquellos años los adolescentes como los que protagonizan la película podían, por supuesto, verse influenciados por esta música tan popular, pero bajo mi punto de vista resultaría más adecuado relacionar a un grupo de chavales que estudia en un colegio suburbial con una vertiente mucho más rebelde e inconformista como es el punk de los Sex Pistols o The Clash, grupos que también explotaron en los mismos años pero que en la película quedan prácticamente ignorados.
Por otra parte, el protagonista me resulta un adolescente antipático y repelente que carece del carisma que, en mayor o menor grado, exhibían Glen Hansard y Mark Ruffalo. No estoy seguro de si la culpa debe recaer en el personaje o en el actor, aunque sospecho que hay un poco de ambos.
En cuanto al reparto, destaco la labor de Lucy Boynton, quien ya destacara en The Black Coat´s Daughter (2015) en un registro muy diferente, y de Jack Reynor, a pesar de que su personaje (el hermano mayor) parece totalmente fuera de contexto. Me quedé con las ganas de ver más minutos a Aidan Gillen, quien tiene una presencia casi anecdótica.
En conclusión, y siempre bajo mi subjetivo punto de vista, estamos ante el primer patinazo de John Carney. “Sing Street” tiene buenos momentos, no lo niego, pero en conjunto naufraga por culpa de una serie de errores que lastran demasiado a la película. Y hablando de naufragios, me gustaría saber vuestra opinión, si habéis visto la película, sobre el final. Porque creo que la única solución coherente a ese final es que los protagonistas mueran ahogados.
Mi nota: 4