IV CLUB DE LECTURA DE TERROR: H.P. LOVECRAFT

por José Luis Pascual

Por fin llegó el día. Cualquier club de lectura de terror que se precie está obligado, tarde o temprano, a rendir pleitesía al maestro de Providence Howard Phillips Lovecraft, y a nosotros nos ha tocado homenajearle en esta convocatoria. Sumergirse en el imaginario lovecraftiano no ha resultado misión sencilla, porque una de las conclusiones que hemos sacado es que a HPL hay que saborearlo en pequeñas dosis. De otra manera, el culto al detalle y la morbosa imaginación del autor americano puede llegar a abrumar al lector. Aunque considero que la selección de relatos que hemos hecho ha sido bastante acertada, contar en ella con tres de los relatos más extensos del escritor ha dificultado la tarea. Pese a ello, visitar una pequeña porción del fabuloso mapa que es la creación de Lovecraft ha resultado un enorme y “primordial” placer que espero pueda tener continuación más adelante.

Seguidamente, os dejo un pequeño repaso de cada uno de los relatos, una valoración global de la lectura y las opiniones de algunos de los miembros del Club.


RELATOS DE H.P. LOVECRAFT

Al otro lado de la barrera del sueño (1919)
El primer relato elegido es esta breve pieza que anticipa lo que posteriormente se conocería como el “ciclo onírico” dentro de la obra de Lovecraft. En él ya se sugieren algunos de los conceptos poderosos y fascinantes que el autor desarrollará más adelante a lo largo de su obra venidera. Al otro lado de la barrera del sueño propone un negativo de la idea de “la vida es sueño” en el que la auténtica realidad es una brumosa, y a la vez luminosa, estadía onírica.
Tal vez sea este pequeño relato (de entre los seleccionados) donde más se eleva el cacareado racismo de Lovecraft, patente en la manera de referirse a los habitantes del Sur.

El modelo de Pickman (1927)
Es este otro cuento corto en el que se nos presenta una visión del infierno con una particularidad especial. Lo que propone aquí Lovecraft es una sublimación del arte macabro, una suerte de respuesta a todos los que alguna vez nos hemos preguntado por qué nos gusta lo oscuro. Vivimos en El modelo de Pickman un descenso al infierno al modo clásico, con el protagonista siendo conducido por un guía (trasunto de la Sibila de Cumas en La Eneida, o del propio Virgilio en La Divina Comedia) que ha de llevarle a un mundo de pesadilla. ¿Acaso es Pickman la representación del mismo Lucifer, o tan solo una sombra más del ser humano? Sea como sea, se trata de una sombra que intentamos mantener oculta, pero que Lovecraft se especializó en señalar.

El horror de Dunwich (1928)
Si alguien no ha leído a Lovecraft y tiene dudas de si su estilo le va a gustar, basta con leer el primer capítulo de El horror de Dunwich. En él, el escritor de Providence se luce, sublimando el arte de la descripción sugerente al detallar un lugar que espanta, rodeado por naturaleza amenazante y construcciones semiderruidas. Con varios detalles, Lovecraft dibuja un paraje infernal sin tener que recurrir a la iconografía clásica. A partir de ahí, construye uno de sus relatos más redondos, en el que el elemento inquietante se multiplica por los constantes ecos de un entorno que sobrecoge. Múltiples elementos característicos del autor como El Necronomición, la Universidad de Miskatonic o algunas de las criaturas de los mitos de Cthulhu ya aparecen aquí por derecho propio.
El recurso de narrar el desenlace de manera indirecta, a través del catalejo de unos personajes secundarios, me resulta una genialidad absoluta. Por cierto que el final de la criatura demoníaca conocida como “el horror de Dunwich” presenta reminiscencias (ignoro si intencionadas) de la fe cristiana y de la propia muerte de Jesús. Para este que escribe, el mejor relato de esta selección.

El túmulo (1930)
Escrito a modo de “negro literario” bajo un encargo de la escritora Zealia Bishop, quien aportó la idea original, El Túmulo no llegó a publicarse en vida de Lovecraft. Aunque comparte universo y muchos recursos con otras obras del autor, lo cierto es que «El Túmulo» desprende cierto desdén en sus hechuras iniciales respecto a otros relatos contemporáneos del de Providence. Sin ir más lejos, las diferencias formales con «El horror de Dunwich» son patentes. Sin embargo, hay dos aspectos que convierten a «El Túmulo» en un texto fascinante. El primero es que se revela como uno de los relatos más accesibles del autor para un lector profano en el universo lovecraftiano, con lo que se convierte en una perfecta puerta de entrada a su obra. El segundo punto es su condición explicativa y visual, siendo mucho más explícito, imaginativo e imaginable para el que se adentra en su historia. Como decía, aunque se desmarca un tanto estilísticamente respecto a otros cuentos de la misma época, finalmente adopta muchos de los recursos que han hecho célebre a su autor, como la utilización de una primera persona que deriva en una tercera indirecta. Su descripción del mundo intraterreno resulta tan extensa como fascinante, además de configurar una adelantada crítica a la sociedad moderna que resulta sorprendentemente actual leída hoy día. Además, también se anticipa a una ciencia-ficción posterior a la que ha influido decisivamente. El minucioso trabajo de construcción que hace Lovecraft del suberráneo reino de K’n-yan es todo un referente para obras del tipo de Cita con Rama (Arthur C. Clarke). Certera visión de la apatía que nos gobierna en la actualidad, «El Túmulo» se revela como una advertencia sobre los peligrosos instintos que entran en juego ante el aburrimiento.

El que susurra en la oscuridad (1931)
Con una base que presenta similitudes con «El horror de Dunwich» en cuanto a su trama y desarrollo, El que susurra en la oscuridad es otra de las piezas extensas de Lovecraft en las que se interna en un terreno campestre. La gran diferencia llega de la mano de la estructura, ya que el relato viene montado con un fuerte componente epistolar. A partir de la correspondencia entre el protagonista y un habitante de una aislada zona rural, Lovecraft acumula elementos de su imaginario bajo un esquema formal diferente. El resultado es tan funcional como el resto de su obra, demostrando una cierta versatilidad estilística en contra del inmovilismo que se le achaca. Quizá el desenlace ha quedado algo acartonado con el paso de los años, pero sin duda es otro de los textos imprescindibles del autor.

En las montañas de la locura (1936)
En el que quizá sea el relato largo más conocido del autor, Lovecraft nos sitúa en el Polo Sur con una ambientación increíble, en una primera parte llena de tecnicismos (tampoco excesivamente complicados de seguir) que buscan aportar una sensación de autenticidad y que revelan una ardua labor de documentación. El gótico engolado que utiliza el autor, unido a la apabullante minuciosidad descriptiva, llega a alcanzar niveles que pueden abrumar a un lector moderno. Yo no puedo dejar de admirar toda esta parafernalia tan minuciosa, pero reconozco que el texto requiere un mayor esfuerzo y paciencia que otros cuentos del escritor. De alguna manera, es una versión actualizada y ampliada de «El Túmulo», en la que Lovecraft establece de manera inequívoca una parte importante de la base sobre la que se funda todo su universo. Una vez más, la portentosa imaginación plasmada en las páginas del relato entronca en sus raíces con una ciencia ficción fantástica pero especulativa a la vez. Pese a su densidad, considero que Las montañas de la locura es una obra maestra de la literatura de género donde el escritor sublima su estilo elevándolo sobre otras obras, siempre conservando la particular idiosincrasia de tan especial creador.

Conclusiones:
Pese a las dificultades mencionadas, la experiencia de revisitar al genio de Providence ha sido muy placentera. Y es que en Lovecraft prima el tono ante todo, con una aproximación a los hechos enfocada normalmente desde un punto de vista muy científico y racional, y siempre he sentido predilección por ese intento de crear relatos sobrios y de aire realista. A partir de ese tono, Lovecraft crea y recrea atmósferas densas, chocantes y oníricas que, si bien pueden alcanzar un punto exagerado, suelen ceñirse bastante bien a la difícil tarea de introducir el elemento inquientante en lo cotidiano o banal.
Podríamos decir que el tema principal que se filtra a través de todos estos relatos es el conocimiento visto como algo peligroso para el ser humano, una puerta a lo maldito que entronca, sea de manera voluntaria o no, con algunas moralejas bíblicas.
Los relatos se retroalimentan con referencias cruzadas entre ellos, con algunas siempre presentes como el célebre Necronomicón del árabe loco Abdul Alhazred, los manuscritos pnakóticos o la ya célebre universidad de Miskatonic. El efecto es redundante y repetitivo, sí, pero al mismo tiempo conforma y establece un universo tan único como fascinante. Respecto a esto, es curioso leer que Lovecraft comenzó esta particular mitología sin tener un plan establecido, y que fue gracias a diversas colaboraciones de escritores de su afamado círculo cuando este panteón quedó fijado.

Uno de mis sueños imposibles es haber sido contemporáneo de Lovecraft y haber podido acceder a la lectura de sus relatos (y los de los escritores de su círculo) en la mítica revista Weird Tales, ya que si sus textos causan admiración a día de hoy, en su época el impacto hubo de ser extraordinario. Mi sensación es que para un lector moderno, habituado a ritmos más apresurados y sin tanta carga de detalles, los relatos de Lovecraft pueden ser un ejercicio difícil de aceptar. Sin embargo, los hechos me llevan la contraria, ya que el tremendo revival que vive el autor en nuestros días hace pensar en lo contrario. Además de las continuas reediciones de sus relatos, hay otro factor que habla de la increíble vigencia de sus textos, y es el aluvión de obras de diferentes autores que eligen inscribir sus historias originales dentro del universo imaginado por el de Providence. En otras palabras, H.P. Lovecraft está de moda. Y yo que me alegro.


Los miembros del Club hablan:

Marc (@libroscinecomic):
“El imaginario lovecraftiano es abrumador y de innegable influencia posterior. Universos paralelos, civilizaciones perdidas, folklore y mitología, Primordiales, terror materialista y horror cósmico, obsesión marina, Cthulhu, Necronomicón, construcciones megalíticas y Miskatonic”.
Kike Mollá:
“Siempre es un placer volver a meterse en el terror cósmico de H. P Lovecraft, tanto relatos largos que forman la columna vertebral del  mundo creado por él como Las montañas de la locura con sus civilizaciones y Dioses venidos del cosmos más lejano y antiguo como en El túmulo o El que susurra en la oscuridad donde toma contacto con las leyendas e historias de mitos más modernos creando un mundo rico y absorbente para el lector con hambre de descubrir algo más que simple literatura. Si a ello le sumas relatos cortos como El modelo de Pickman  o Al otro lado de la barrera del sueño que salpican un poco todo este mundo de terror creado por Lovecraft y le dota de un terror mas humano a todo lo que nos rodea en sus relatos y corona con El horror de Dunwich dejándonos con el miedo en el cuerpo ante un ser capaz de destruir todo a su paso siendo un simple bebé de ese basto y complejo mundo de seres creados por la mente de este genio, pues que más se puede decir…”.
Javier Molano:
“He leído tres de los relatos que teníamos para este período (Al otro lado de la barrera del sueño, El modelo de Pickman y El túmulo) y lo que puedo decir es que Lovecraft me ha parecido muy bueno, muy descriptivo, sabe meterte en la historia y mantenerte en ella hasta el final. La lectura de estos relatos, aunque por momentos densa, me ha parecido entretenida y hasta formadora porque tiene conceptos y formas de pensar muy adelantadas a su época. El relato que más me ha gustado ha sido «El modelo de Pickman» por lo mucho que cuenta y la crudeza con que lo narra en tan pocas líneas. En definitiva, me parece un autor que merece el tiempo que se le dedique”.

Asen Ahab (@todaviasombras en twitter):
“Absolutamente fascinante es ver como el señor HP te envuelve con su prosa e imaginación y lo que es una lectura densa y casi sin diálogos, se convierte en algo tan inmersivo que no te suelta. Mi relato favorito es el de Dunwich, pero quiero destacar personalmente El Modelo de Pickman, pues tengo debilidad por el arte fantástico y aquí consiguió realmente ponerme los pelos de punta. Lovecraft rules”.

Jesús Lup (@TheJesus4090):
Lovecraft marcó un antes y un después en el terror presente hasta hoy. La ciencia ficción, un miedo que esta ahí y no sabes cuál es y todo detalle en la obra produce una sensación muy difícil de describir, en mi caso diría agobio, pero uno que no he sentido antes”.

Olivia:
“De los cuatro que he podido leer, me han gustado mucho los tres relatos más cortos, sobre todo Al otro lado de la barrera del sueño por el tratamiento que hace del tema de los sueños. El Túmulo, aunque me ha gustado, se me ha hecho un poco largo por las descripciones del mundo subterráneo. Aunque es interesante la visión de una civilización antigua, se recrea demasiado en los detalles.
En general, el estilo de escritura me gusta mucho, se nota en la elegancia y la manera de expresarse que es un gran clásico de la literatura de terror”.

1 comentar

Lugares inexplorados – Repositorio de Palabras diciembre 27, 2021 - 2:52 pm

[…] Títulos como Viaje al centro de la Tierra de Julio Verne, o Las montañas de la locura de H.P. Lovecraft son buena prueba de ello. Otro ejemplo es El corazón de las tinieblas de […]

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