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Este es un visionado particular, surgido en las entrañas de ese ente viviente y ya mítico que es Sinaudiencia.com. Allí, fue el ínclito Unai, responsable de la impagable web Guardiaoscura, quien lanzó el guante para quien quisiera atreverse con The man who killed Hitler and then the Bigfoot (El hombre que mató a Hitler y después al Bigfoot), película totalmente desconocida para un servidor. El estrafalario título, junto con las palabras de Unai, fueron más que suficientes para despertar mi interés.
Lo primero que hay que decir es que el título no engaña, y lo que encontramos en la película ronda alrededor de esos dos hechos principales: el asesinato del Führer y el del “Pie Grande”. Donde sí que despista es en la manera de mostrar la acción elegida por el director Robert D. Krzykowski. Porque, lejos de ofrecer una marcianada descerebrada, lo que encontramos en «The man who killed Hitler and then the Bigfoot» es casi un drama que pone su foco en un personaje veterano y carcomido por recuerdos de su vida. Sam Elliott compone un protagonista crepuscular que, sin duda, se convierte en lo mejor de la película. Durante el metraje se nos da a entender que este personaje, de nombre Calvin Barr, es una especie de héroe casi pulp, que ha tenido que bregar durante su vida con amenazas de diferente índole. La película se estructura a través del día a día del personaje, en el que se intercalan de un modo muy acertado distintos flashbacks que nos muestran el pasado de Calvin.
Por tanto, más allá de lo loco que pueda resultar el guion, la premisa me parece muy buena, y original tanto por la trama como por el camino elegido para contar la historia. Sorprende que bajo estos mimbres se haya decidido tirar por un tono mucho más serio de lo que cabría esperar, cosa que aplaudo. Además, el guion nos regala algunos diálogos inmensos (ojo a la escena en que el protagonista recibe la visita de dos miembros del FBI) en los que las frases lapidarias del protagonista lucen mucho.
Hasta aquí lo bueno. En el lado negativo encontramos un ritmo demasiado cansino para este tipo de propuesta (toda la subtrama romántica se hace eterna), acentuado por una banda sonora muy poco inspirada. Pero sobre todo, nos topamos con cierta indefinición tonal que para mi gusto lastra el conjunto, en especial durante la parte más esperada por todo aquel que ve la película, la del Bigfoot. Ahí se rompe un poco con lo anterior para derivar hacia algo mucho menos sólido, y es donde se deja ver lo ajustado del presupuesto. Cierto es que hay escenas, como la de Hitler, bien resueltas, pero con un poco más de dinero la película habría ganado varios enteros.
Es curioso que una película de este tipo venga avalada por gente como John Sayles o Lucky McKee como productores, lo cual no hace más que aumentar la extravagancia de este filme con espíritu de culto. Pese a ello y a sus innegables virtudes, encabezadas por el soberbio Sam Elliott, creo que «The man who killed Hitler and then the Bigfoot» termina siendo una cinta un tanto fallida. Aun así, no dejaré de recomendarla para degustadores de rarezas.