Edgar Allan Poe es uno de los grandes maestros del terror en la literatura. Autores como H.P. Lovecraft, Julio Cortázar o Julio Verne se declararon fervientes seguidores suyos, aunque, como ya se sabe, nadie agrada a todo el mundo, y Poe no fue una excepción. A lo largo de su vida sostuvo agrias disputas con algunas personas de su entorno que, en algunos casos, se prolongaron incluso después de su muerte. Demos pues un repaso a estos enemigos de Poe.
John Allan, el padre adoptivo de Edgar Allan Poe, fue el primero de la larga lista de enemigos que tuvo a lo largo de su vida. A pesar de que se llevaban bien hasta que Poe ingresó en la universidad ─Poe llamaba a su padre «mi querido Pa» en sus cartas─, la relación entre ambos se deterioró, principalmente por temas económicos ─le negó el dinero para la matrícula universitaria─ y por infidelidades a su esposa Frances, a la que Poe adoraba incondicionalmente. La relación se deterioró de tal modo que John se refirió a su hijo como «adolescente mezquino, malhumorado, resentido y desagradecido». Cuando Poe fue a visitarlo en su lecho de muerte, su agonizante padre lo amenazó blandiendo un bastón. Seguramente, este hecho trascendental en la vida del escritor influyó para que tratara algunos de sus temas recurrentes: las historias sobre familias nobles que han caído en desgracia y las traiciones.
Más adelante, cuando inició su carrera como escritor, Poe se buscó nuevos enemigos. Su carácter indómito y extremado talento formaron una dupla que le conduciría irremediablemente a la disputa con algunos de los más destacados escritores contemporáneos.
El escritor de Baltimore se granjeó un buen número de rivales en el campo de las letras con críticas como esta: «En la sociedad, se le considera una voz poética mucho más talentosa de lo habitual, un artista hábil y un hombre con conocimiento, pero una de sus capacidades menos notables es que es un imitador determinado y adaptador de ideas ajenas». Poe publicó esta crítica sobre Henry Wadsworth, derribándolo de su pedestal.
Aunque hoy en día este tipo de periodismo no es aceptado, en el siglo XIX el periodismo era independiente y los redactores tenían absoluta libertad para escribir lo que quisieran. A pesar de lo ácido y despiadado de sus críticas, estas siempre se ciñeron a la literatura y nunca juzgaron las ideas expuestas. W.H. Auden diría de él que «nadie en su época puso tanta energía en el intento de lograr que sus contemporáneos poetas tomaran su oficio en serio».
Poe tuvo que ganarse la vida mediante colaboraciones periodísticas, ya fuera publicando su propia obra o haciendo crítica literaria. En esta segunda vertiente, era muy puntilloso en lo que respecta a la gramática y estilo. Supongo que exigía a todo el mundo la misma genialidad de la que él hacía gala.
Frederick Marryat, autor de Peter Simple en 1834, fue otro de los grandes nombres sobre los que recayó la furia de Poe. Aunque Marryat era un superventas de la época, a Poe esto no pareció impresionarle demasiado, y lo calificó de mediocre.
Rufus W. Griswold fue, sin duda, la rivalidad más reseñable que mantuvo en el ámbito literario. Griswold era un conocido periodista, poeta, editor y crítico literario que publicó una antología titulada Los poetas y la poesía de América, que reunía a los que a criterio de Griswold eran los mejores poetas del país. A esta antología le seguirían otras del mismo estilo y Edgar Allan Poe fue incluido en ellas, a lo que el autor de El Cuervo respondió con un artículo en el que discutía la calidad de algunos de los autores con los que compartía antología. Este hecho desencadenó una gran rivalidad que se prolongaría hasta el fin de la vida de Poe, e incluso después de su muerte. Esta hostilidad se exacerbó cuando Griswold obtuvo el puesto de redactor que había ocupado Poe en Graham’s Magazine, percibiendo un salario mayor al suyo.
Pero, no contentos con los desencuentros literarios, también chocaron en el plano amoroso, pues ambos se enamoraron de la poetisa Frances Sargent Osgood, aunque, finalmente, ninguno de los dos llegase a casarse con ella.
Dos días después del fallecimiento de Edgar Allan Poe, apareció una esquela en el periódico New York Tribune firmada por alguien llamado Ludwig, aunque muchos encontraron la mano de Griswold detrás de ese nombre. La necrológica comenzaba de este modo: «Edgar Allan Poe ha muerto. Murió anteayer en Baltimore. Esta noticia sorprenderá a muchos, y algunos se apenarán».
Griswold describió a Poe como alguien conocido por caminar delirando por las calles, hablando consigo mismo. También afirmaba que era arrogante, que asumía que todos los hombres eran villanos y que se enojaba con facilidad. No obstante, la mayor parte de estas acusaciones son tomadas casi literalmente de la descripción que hace Edward Bulwer Lytton de su personaje Francis Vivian en la novela The Caxtons.
A pesar del odio mutuo que se profesaban, Griswold consiguió convertirse en el albacea literario de Poe, cargo que aprovechó para tratar de destruir la reputación como escritor del fallecido. En la biografía incluida en Memorias del autor ─una recopilación de la obra completa de Poe─, Griswold lo presentaba como un depravado, borracho y perturbado por las drogas. Aunque muchos amigos de Poe como Charles Frederick Briggs, Sarah Helen Whitman o George Rex Graham se quejaron por el modo en que había sido descrito el difunto, la biografía de Griswold se hizo muy popular; no olvidemos que al ser humano le atraen los chascarrillos y el morbo.
De este modo describía Sarah Elmira Royster ─un amor de juventud con el que llegó a comprometerse antes de ir a la universidad─ a Edgar Allan Poe en una carta a un amigo después de que el escritor hubiera fallecido: «Edgar era un muchacho muy guapo, no muy hablador. De conversación agradable, pero de comportamiento más bien triste. Nunca hablaba de sus padres. Estaba muy ligado a la señora Allan, así como ella a él. Era entusiasta, impulsivo, no soportaba la menor grosería verbal». Como se puede observar, es una imagen muy diferente a la presentada por Griswold.
La de Griswold fue la única biografía del escritor de Baltimore hasta 1875, año en que John Ingram publicó una nueva versión más fiable. En 1941, Arthur Hobson Quinn presentó evidencias de que Griswold había falsificado y reescrito una serie de cartas de Poe que había incluido en Memorias del autor.
Aunque la imagen distorsionada de la personalidad de Poe ya había calado en el público, y no ha podido ser restaurada, hoy, transcurridos más de 150 años, podemos asegurar que Griswold no consiguió su principal objetivo, destruir su prestigio como autor.
Thomas Dunn English fue otro de los nombres que marcaron la vida de Edgar Allan Poe. Político, compositor y escritor, mantuvo una buena amistad con el de Baltimore hasta que se enemistaron por un asunto relacionado con la poetisa Elizabeth F. Ellet. Ella pedía a Poe la devolución de unas cartas que le había escrito y que Poe afirmaba haberle ya devuelto. Cuando el hermano de Elizabeth se presentó en la casa de Poe para reclamar las cartas, English, que casualmente también se hallaba allí, no creyó la versión de Poe. Acusado de mentiroso, Poe se enzarzó en una pelea a puñetazos con English. El resultado de la pelea fue incierto. Poe, más tarde, afirmaría: «Le di a English una paliza que recordará hasta el día de su muerte». Aunque English siempre mantuvo que la victoria fue suya.
Con English en el punto de mira, Poe utilizó una serie de artículos satíricos titulada The Literati of New York que estaba escribiendo para la revista Godey’s Lady’s Book para criticar a English. Entre otras lindezas, le llamó «ese hombre que carece de los estudios más elementales y sin embargo se afana en instruir a la humanidad sobre temas literarios». A partir de ese momento, ambos se dedicaron a mofarse el uno del otro a través de caricaturas literarias.
Poe demandó al Evening Mirror por una carta de English que habían publicado el 23 de julio de 1846, acusándole de falsificación. Poe ganó el requerimiento y fue indemnizado por el periódico con 225 dólares.
Ese mismo año, English publicó una novela titulada 1844 o el Poder del S.F. que trataba sobre una sociedad secreta. Uno de sus personajes, llamado Marmaduke Hammerhead, está claramente inspirado en Poe. Tal personaje es un periodista que nunca se emborracha, más allá de cinco días a la semana, y que se hace famoso gracias a una obra titulada El Cuervo Negro. Además, durante la obra, utiliza muletillas como «Nunca más» o «la perdida Leonor». Hammerhead va volviéndose loco a media que avanza la obra, hasta que termina internado en un asilo. En la novela, Poe es presentado como bebedor, mentiroso y maltratador.
La respuesta llegó de forma inmediata con uno de los relatos más conocidos de Poe, El barril de amontillado, en el que se hace referencia a aspectos de la novela de English. En un capítulo de la novela, el escenario es una bóveda subterránea y English utiliza la frase «Por el amor de Dios». Esta frase será utilizada por Poe en su relato. Podemos encontrar otra pulla en el lema de la familia Montresor: «Nemo me impune lacesit», cuya traducción es «Nadie me insulta con impunidad». Este pasaje extraído del cuento de Poe parece un discurso dirigido directamente a English: «Las mil heridas de Fortunato las había soportado como mejor podía, pero cuando se aventuró a insultar, juré venganza. Tú, que tan bien conoces la naturaleza de mi alma, no supondrás, sin embargo, que yo pronuncié una amenaza».
En 1848, English emprendió la publicación de una hoja satírica semanal en la que utilizaba el seudónimo de John Donkey. Allí, se despachó en contra de Poe, pero también de otros escritores como Greeley, lo cual le acarreó muchas demandas que conllevaron la cancelación del folleto.
En 1870, English era editor de la revista The Old Guard, fundada por Charles Chauncey Burr. Allí encontró la ocasión para lanzar dos artículos que culminarían su venganza. Uno a favor de R.W. Griswold y otro una agria crítica a Poe. En esta ocasión, su rival ya no estaba vivo para responderle.
Finalmente, en 1896, English publicó Recuerdos de Poe, un libro de memorias en el que, incluso, se reproducen conversaciones que mantuvo con Poe. Tal vez su edad avanzada propiciara un cambio en su actitud, pues defiende a Poe de las viejas acusaciones de alcoholismo y drogadicción. «De haber tenido Poe el hábito del opio cuando lo conocí (antes de 1846), yo hubiese debido advertirlo, como médico y como persona observadora, o lo habría descubierto durante sus frecuentes visitas a mi casa, las mías a la suya, o en nuestros muchos encuentros. Nunca vi nada de eso y juzgo todas esas habladurías como meras calumnias sin base alguna».
C. G. Demian
Redactor
3 comentarios
No encuentro el emoticono de los aplausos.
Genial artículo.
Muchas gracias, Vicente. Los aplausos sin emoticonos son tan placenteros como las ventosidades sin ruido xD
Increíble conocer la vida de este autor. Muchas gracias por el artículo.